jueves, 21 de abril de 2011

Conversando con la mirada

"Cuando los demás entran en escena, nace la ética"

Umberto Eco


El otro nos es presente de un modo manifiesto en la experiencia de la mirada, que es la experiencia fundamental en la comunicación. Cuando sentimos que alguien nos mira, sentimos que estamos ante otra subjetividad, ante otra conciencia, no ante un mero objeto; el otro que se nos hace presente.

El análisis de la mirada se inserta en el contexto del “estar-con”, esto es, del encuentro con el otro, de la convivencia. Desde la perspectiva fenomenológica la existencia del hombre se realiza siempre en convivencia con los otros: se requiere de una abstracción muy artificiosa para pensar una existencia humana “pura” y aislada, como la que presenta Descartes. "Me ven, luego soy”.

Mirar y ser mirado: nuestros gestos son autobiográficos, estamos siempre construyendo mundos subjetivos sobre todo en nuestras inefables y fugaces expresiones que usualmente nos pasan desapercibidas en nuestra vida cotidiana.

¿Cuántas veces observamos el rostro del otro y nos surge alguna interpretación? ¿Somos conscientes de sus diferentes expresiones? ¿Cuántas veces nos perdemos la oportunidad de darnos cuenta del otro por nos observar su lenguaje o comunicación gestual?

¿De qué habla mi mirada?

¿Cuáles son mis características más auténticas que el otro no imagina de mí?

¿Qué escondo cuando me muestro?









domingo, 17 de abril de 2011

¿Somos un cuerpo o tenemos un cuerpo? La praxis y el sujeto de la acción











“Escribir es transformarnos con lo que expresamos”

Juan Carlos Kreimer




Michel Henry propone una visión de la subjetividad basado en una relectura del marxismo y la fenomenología, tomando como centro el problema del cuerpo.

Filosofía en “primera persona”. La tradición filosófica ha crecido enfocándose en la perspectiva intelectual de nuestra vida, despreciando lo que esta tiene de emotivo y afectivo, con la preeminencia de la mente sobre el cuerpo y la separación del hombre en estas dos entidades.

Henry se mete a explorar ese terreno de la subjetividad, la inmanencia absoluta del Yo, donde el conocimiento se nos hace transparente e inmediato porque no existe ahí mediación ni distancia alguna entre el que conoce y lo conocido. En esta inmediatez absoluta nos encontramos con algo que, de tan cercano, parecía que habíamos perdido.

“Ese desconocido que llevamos puesto”…nuestro propio cuerpo, el cuerpo que somos, no ya el que tenemos.

El fundamento del sujeto se confunde con nuestra propia corporalidad.

El propio cuerpo, el que nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos es, tal vez por eso mismo, un terreno de obviedad, para nosotros los seres humanos. Si nos detenemos en este dominio nos podemos dar cuenta de la relevancia que tiene, ya que sin él no sería posible nuestro tránsito por la Tierra y no podríamos cumplir con ninguno de nuestros propósitos.
Si hemos olvidado el cuerpo, este olvido no es inocente, es parte del observador que somos.

¿Qué venís haciendo para el autocuidado de tu cuerpo, como lo reconocés y registrás? ¿Qué movidas tenés pendientes en para empezar a hacerte cargo de su atención?



viernes, 8 de abril de 2011

Aprendizaje y Zen



Un copo de nieve nunca cae en el lugar equivocado
Proverbio Zen








¿Qué es el Zen?

El Zen es la experiencia de la vida cotidiana. Un estado de conciencia

La conciencia cotidiana expresada en estas pinceladas: Comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño, cuando se duerme dormir realmente, cuando se come, comer realmente… a conciencia como diríamos en castellano.

Zen es conciencia cotidiana, la conciencia de todo momento, de toda acción, de toda inacción.

“Comer cuando se come” equivale a no estar al mismo tiempo en otra cosa ni mentalmente ni corporalmente. Uno mismo se ha convertido en lo que come, y en el acto de comer… así como el artista se vuelve uno con su obra, y con el objeto de su obra.

Zen es conciencia concentrada, densa, intensa, vida consciente siempre.

Un maestro de un monasterio Zen quería que el techo del Salón Dharma fuera decorado con un dragón.

Se pidió a un notable pintor que hiciera el trabajo. Este aceptó, pero se lamentó de no haber visto nunca un verdadero dragón, si es que estos realmente existían…

El maestro le dijo: - No importa no haber visto nunca esa criatura. Conviértase en ella, transfórmese en un dragón viviente y píntelo.

El artista preguntó:

-¿Cómo puedo convertirme en dragón?

Retírese a su habitación privada, le dijo el maestro, y concéntrese en eso con toda su mente. Llegará el momento que siente que debe pintarlo.

Ese será el momento en que usted se habrá convertido en dragón y el dragón lo impulsará a darle una forma.

El pintor siguió el consejo del maestro y después de varios meses de grandes esfuerzos, cobró confianza en sí mismo al descubrir que un dragón empezaba a salir de su interior.

Cuentan que el resultado de eso es el dragón que hoy vemos pintado en el techo del Salón Dharma en el templo de Myoshinji de Kyoto, (su foto ilustra esta entrada)

Mientras miramos algunas escenas de la sugestiva película un Buda: los invito a pensar y conversar sobre estas preguntas:

¿Qué creen que nos pasa cuando confundimos aprender con tener información?

¿Tenés áreas de conocimiento en la que suponés que tenés saberes y solo tenés información? ¿Qué conocimientos quisieras convertir en saberes?

¿En que áreas sentís que “montás al dragón”?